A mis amigos periodistas

A últimas fechas ha sido recurrente el que a personas que conozco, todas ellas profesionales en sus quehaceres, se trate de perjudicarles por contravenir a los intereses, ya no de un grupo, sino de una persona con poder, pero que no conforme con ello, quiere más.

Esas personas que desde su propia óptica son perfectas e incapaces de cometer errores, ya sea en una declaración, en una acción. Y que cuando algo no sale bien, no es por ell@s, sino por un tercero que solamente hizo lo que tenía que hacer.

Individuos a los que se les ha endiosado por la posición que tienen, porque ni siquiera me atrevo a pensar en que sean capaces de influir en quienes están cercanos a ell@s.

Por otro lado, me produce una profunda tristeza algo que no es nuevo, pero que de igual forma es más constante, y es el ver como han hecho con la comunicación un negocio redondo, en donde el que paga sale bien y primeras planas, y cuando no se complace al dueño de un espacio público como lo es un medio de comunicación masivo, hace uso de este para dañar.

Estos dos puntos tienen en común el mal uso del poder, que en nada contribuye al mejoramiento de la sociedad, y es curioso cómo, tanto empresarios y periodistas, columnistas y dueños de medios protestan por la falta de acciones concretas por parte de los gobierno para disminuir la inseguridad, cuando ell@s sólo están pensando en su bolsillo, y no en fomentar la lectura, en una mejor educación, en hacer mejores seres humanos.

Quisiera no escribir esto, pero tengo amig@s periodistas que por hacer su trabajo de manera objetiva y profesional, han sido considerad@s una amenaza para quien tiene el poder, lo que ha provocado, censurados tanto por sus superiores, como por figuras públicas a quienes no convienen los trabajos que realizan.

En fin creo que el amor al arte ya no existe, todo sea por el poder.